31/10/2015

Breve nota personal y provisional a partir de “Verdad e Historia de la Ciencia”, artículo de Antonio Ferraz Fayos





Estos apuntes las hago a propósito de una experiencia que viví en una secundaria en Varsovia, cuando me vi en la obligación de enseñar comentario de textos, incluyendo, además de literatura entre los objetos de estudio, notas biográficas y escritos periodísticos, cine y cómic, entre otros. Los estudiantes eran bilingües, hablantes de inglés y español, aunque, según afirmaban, se sentían más cómodos con el primero. Tres (dos gemelas y un chico) procedían de Canarias, mientras que la otra estudiante de Cádiz. No sé por qué eligieron tomar la clase en español, puesto que pudieron haberla tomado en inglés con otro profesor. Quizás preferían un grupo lo más pequeño posible para prepararse mejor para el examen de entrada a la universidad. La totalidad de estudiantes aspiraban a continuar carreras científicas en áreas de ciencias duras, así que se tomaban las cosas en serio; por lo menos quienes venían de Canarias aspiraban a ingresar a universidades de Inglaterra.

Pese a que construimos un ambiente de lo más cordial, mantenían una actitud de rechazo ante el ejercicio de interpretación. En síntesis, en tono de confidencia me contaron que debían aprender la técnica porque era parte de los exámenes para ingresar a sus futuras universidades, aunque el comentario de textos fuese para ellas(os) básicamente una tontería sin relación alguna con la ciencia. Les propuse entonces, casi al final del curso, que expusieran sobre la conferencia de Ferraz que parafraseo en mi nota y les pregunté con particular énfasis sobre realidad, ciencia y representación según el punto de vista de Einstein ilustrado por Ferraz.

Lo elemental de la cuestión era que se generara una conversación acerca del papel de la interpretación en el trabajo científico y del hecho de que la ciencia no trabaja con la realidad tomada como un algo flotante, ajeno a lo humano, o que la ciencia no constituye una dimensión neutral, aséptica en tanto libre de lo social y sin anclaje histórico; la profunda transformación en la concepción de la realidad física que implica el paso de una posición mecanicista a la relatividad de Einstein da buena cuenta de ello. El objetivo se cumplió con creces.

Por otra parte, al situarse frente a distintos productos culturales, artísticos o no, en nuestro curso siempre estuvo presente hacer mella en la idea de aplicación, esto es, el tomar una o más nociones y en buena medida superponerlas a aquello que suscita la reflexión. Se favoreció, en cambio, la comprensión frente a, en y a partir de los materiales revisados. Asimismo, intentamos desprendernos de un viejo hábito escolar que arrastraba el grupo, consistente en buscar la moraleja en los hechos artísticos o en casi todo, esto último tan en boga quizás gracias a cierta moralina de las redes sociales(*) y a la preeminencia de psicologismos del tipo difundido bajo rótulos como los de “psicología positiva”, “autoayuda” o mindfulness(**). Es así que, por ejemplo, la lectura de El lazarillo de Tomes les causó rechazo porque no conseguían ver el mensaje edificante que, supusieron, debían encontrar.

Ahora bien. Ferraz explica que el conocimiento científico consiste en representaciones figuradas de la realidad. Esto no habla de un quiebre entre la posibilidad de conocer científicamente y la verdad, dado el hecho de que la representación científica efectivamente posee un núcleo de verdad. Lo mismo vale si se tiene en consideración que la ciencia, como toda práctica humana, se enmarca en un contexto que en buena medida la condiciona. Entonces, en tal orden de cosas, ¿qué se entiende por verdad? Pues bien, se descarta una coincidencia directa, una correspondencia transparente, entre la realidad y la figuración científica. Como advierte Ferraz (cfr., 1980), en una indagación científica en lugar de una relación de identidad entre el objeto y las representaciones figuradas a partir de él, hay una coincidencia entre algunas notas de la realidad distinta del pensar con algunas notas del pensar mismo ―notas es expresión de Ferraz―. La verdad de las representaciones científicas y la verdad de la realidad se corresponden sin ser idénticas, de lo contrario no habría ni conocimiento ni comprensión ni desarrollo de la ciencia distintos de un cúmulo de descubrimientos sucesivos a ser incorporados en reemplazo de otros, puesto que, por ejemplo:

 

La fuerza de gravedad sería lo que yo pienso como fuerza de gravedad. Habría correspondencia por identidad. Si así fuera, la historia de la ciencia sería la de una cadena de descubrimientos ontológicos, plenos y definitivos […]. Quitemos la expresión «por identidad» y suprimiremos el carácter absoluto de la verdad, sin abandonar la noción de correspondencia (Ferraz, 2004: 323. La cursiva es del original).

 

Según se lee, la relación entre realidad y figuración científica es de carácter isomórfico, es decir, la coincidencia entre una y otra será más o menos parcial en acuerdo al  grado de correspondencia entre ambas, entre las notas de verdad del objeto y su representación. Piénsese, como ejemplo, en un dibujo en código caricaturesco que se hace de un gato y un dibujo que se hace de un gato en tono realista. Ambos, pese a las diferencias entre sí y con respecto al gato genérico, serán identificados como dibujos del felino doméstico, no obstante, si se tiene en mente la reproducción fiel del modelo, el dibujo del gato en su versión realista poseerá un grado mayor de isomorfismo con respecto al gato genérico. En el ámbito de la ciencia, Ferraz escribe que “la actual biología molecular ha acrecentado el isomorfismo” (Ferraz, 2004: 324) de la representación gen, y si evocamos su conferencia del 8 de noviembre de 1979 resuena el ejemplo de la relatividad de Einstein y la transformación que ejecutó en la concepción mecanicista de espacio y tiempo.

En otras palabras, “la sintaxis de los sistemas representativos que la ciencia genera coincide ―al menos parcialmente― con la sintaxis de grupos de acontecimientos en el ámbito de la realidad” (Ferraz, 2004: 324), es esta la noción de verdad que se halla en el ethos científico. Es así que la historia de la ciencia, el progreso científico ―obviamente no en los clásicos y errados términos iluministas―, muestra un desarrollo orientado por el parámetro de aquel isomorfismo y es por eso que, como explica el mismo Ferraz, constituye una verdadera sintaxis sistémica; las “leyes de composición” (Ferraz, 2004: 322) propias de la explicación científica que articulan el puente entre realidad y conocimiento científico, y que, en tanto en cuanto se sostiene en la correspondencia entre uno y otro, permite anticipar la existencia de fenómenos incluso antes de constatar empíricamente su existencia.

 


NOTAS:
(*) Remito a la charla del siguiente enlace del 
Seminario sobre Violencia y Paz "La Violencia en los tiempos de la Era Digital". En ella en algún momento se toca aquel tema: https://www.youtube.com/watch?v=81BRTHJys9I.

 

(**) Sobre este tema desde un punto de vista crítico puede ser útil el artículo de este enlace: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4857674&orden=1&info=link. También tengo en mente Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo, de la afamada Eva Illouz.

 

REFERENCIAS:

Ferraz, Antonio (1980). “Verdad e Historia de la Ciencia”, en El científico español ante su historia: la ciencia en España entre 1750-1850.  I Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias, Santiago Garma Pons (coord.), págs. 321-326.


__________________ (1979). "Aspectos filosóficos de la 'Teoría de la Relatividad'", conferencia ofrecida el 8 de septiembre como parte del Ciclo en conmemoración del centenario de Albert Einstein. Disponible en línea, https://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.aspx?p1=21157&l=1, consultado el 12/09/2010.
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